En el trémulo crepúsculo del ocaso,
donde la oscuridad a raudales brota,
un ser que al nombre de la Muerte agota,
en silencio se oculta, escaso.
Flotando en las sombras, azotado,
va esparciendo su influjo como flota,
y el alma del mortal, en desacierto rota,
con dulce letargo es arropado.
Su manto negro engalana el paisaje,
y susurros de adiós el viento lleva,
mientras el tiempo se rinde al chantaje.
Así, eufemística, es el cometido,
pues bajo el nombre dulce que se emplea,
la Muerte busca el alma en su latido.
(*) Jorge Manoel é jornalista, professor, intérprete e poeta em Rondonópolis.